martes, 8 de diciembre de 2009

Bendito Fin de Año.

Las fiestas. ¿Qué fiestas?... Ese voraz cuento que el hombre inventó para olvidarse del mundo… Esa falsa mirada optimista de un año que se escapa…
Esa hipócrita cena familiar detrás de la que se esconde un no sé qué. Bueno sí sé qué. Se esconden esas ganas de gritarle a tus viejos cuánto los querés pero sos un cagón que no se anima. Se esconde esa nostalgia de la magia de las navidades pasadas.
Se esconde un vaso medio vacío y otro medio lleno.
Se esconde tu abuela de una lágrima que se le fugó.
Tu hermano huyendo de los abrazos…
Tu viejo no aceptando que ya no sos el mismo. Tu vieja cansada… porque para ella, todos los días son lunes.
Cuando no hay tema de conversación, el ruido de los cubiertos habla por sí solo. O, en última instancia, en cada rincón de la mesa hay un grupo en lo suyo…
Y comen, comen, comen… como si el mundo se acabara al otro día.
Y salta tu tío, el colgado, queriendo hacer un chiste… algunos se ríen, pero otros están muy concentrados… comiendo.
De pronto esa noche, todos se olvidan de los rencores… hasta el otro día en que las cosas vuelven a la normalidad.
“Año nuevo, vida nueva”… y vos lo único que estrenás es una bombacha rosa, como para no perder la costumbre.
En definitiva, de eso se trata: de costumbres.
La radio hace la bulla que genera el clima. Los temas más viejos resuenan de ese trasto eléctrico.
Se acerca “la hora”… Y da la sensación de que todo se acaba y todo comienza de nuevo. Tu cuenta regresiva jamás coincide con la de la tele, ni con la de los vecinos.
A mí, me dan ganas de llorar. Algo en el estómago se me hace un nudo…
Y me quiero ir, y me quiero quedar.
El encargado de llenar las copas para el brindis siempre grita “a ver quién se casaaaa”.
Y el maldito corcho siempre te pega en el hombro. O si no a tu prima… que ya no sabe cómo hacer para hacerte entender que está estrenando un par de zapatos.
Pero son las fiestas… así que sonreí.
Sonreí porque tenés con quien pasarlas… sonreí porque vos podés cenar… sonreí porque tus amigos te escribieron un mensaje… y eso significa que te recuerdan.
Sonreí porque a pesar de todo, la familia se reúne una vez al año.
Sonreí porque tenés ojos para ver las luces en el cielo y oídos para quejarte de los ruidos.
Sonreí porque en lo de tus abuelos, seguro pasó el gordo cachetón y algo te dejó.
Sonreí porque los chicos no saben de problemas… y para ellos las mentiras no existen.
Sonreí porque tenés un abuelo que se quiere ir a dormir temprano.
Sonreí porque estás vivo… y eso ya es motivo para festejar.

Luna.

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