miércoles, 25 de noviembre de 2009

La Casa Ronald McDonald de Córdoba

En la casa Ronald McDonald de Córdoba se busca que las familias de los pacientes vivan en un espacio físico, pero además que exista una contención social y emocional que se encuentre reflejada en la solidaridad y amistad de sus habitantes.

Era una mañana soleada, húmeda y nuestro objetivo era conocer a la casa Ronald McDonald que se encuentra en esta ciudad.
Nos acercamos a la Fundación McDonald ubicada en Bajada Pucará 1787, con el fin de visitar sus instalaciones.
La gerente de la Casa Ronald McDonald, Beatriz Schnurmajer nos invita a entrar a una sala para contarnos la historia de esta Fundación.
Nosotras escuchamos atentamente cada palabra que pronuncia Beatriz, ya que toda la información que nos dice es interesante.
Ella nos cuenta y nos muestra que el hogar esta conformado por 17 habitaciones con baños privados para los pacientes con discapacidades, cocina, comedor, sala de juegos en donde los niños pueden divertirse, un lavadero que tiene horarios en los que se debe usar, una parrilla, una biblioteca con libros donados por personas y empresas, en esta los niños pueden entretenerse.
También tiene una sala de estar que tiene sillones y una televisión que debe ser compartida por todas las personas, depósitos que contienen juegos y elementos de cocina, 2 habitaciones equipadas para los pacientes con pocas defensas y una heladera que sirve para mantener en buen estado los medicamentos.
La vivienda es de color natural, sus muebles son de colores blanco, gris, rojo, marrón, presenta un patio con un bello jardín lleno de flores y árboles, ventanas blancas y puertas marrones.
Cada elemento que se encuentra en esta casa le da alegría, calidez, confianza a las personas que lo habitan.
Las familias que habitan este hogar son derivadas del Servicio de Asistencia del Hospital de la Santísima Trinidad, ya que sus hijos deben recibir un tratamiento prolongado.
La casa funciona con la ayuda de 45 voluntarios, gerente, maestras y los empleados de seguridad y limpieza, estos dos últimos son aportados por el Gobierno Provincial. Todas estas personas cooperan para que la casa se encuentre ordenada.
También es muy importante la colaboración de las familias para que exista un buen funcionamiento en la Fundación.
Esta casa funciona bajo reglas que deben ser respetadas por todos los habitantes para que exista una buena convivencia y compañerismo.
Hay que destacar que la meta de esta Residencia, que tiene como lema ”un Hogar lejos de un Hogar” , es que los pacientes y sus familias se sientan cómodos y seguros , ya que la mayoría de ellos son del interior de esta provincia.
La Fundación busca que exista solidaridad, contención social y emocional para cada familia que presenta una historia de vida particular.
Antes de finalizar la visita, Beatriz nos comenta que el Proyecto de esta casa se llevo a cabo gracias a eventos y aportes que realizaron varias empresas y personas que hicieron que este sueño se hiciera realidad.
Beatriz nos dice que es primordial que cualquier persona colabore ya sea como voluntario o aportando lo que pueda y sea necesario para esta casa.
Nosotras nos despedimos y agradecemos la colaboración de Beatriz y su Personal por recibirnos afectuosamente en este hogar.
Se espera que este hogar siga albergando a otras familias que tengan hijos con cáncer u otras enfermedades con tratamientos prolongados que necesiten un lugar físico en donde poder vivir esta triste situación.

marieliza

lunes, 16 de noviembre de 2009

Olvido perdurable

A veces pienso que soy feliz
porque no me acuerdo de tí.

A veces me siento volar
porque no me recuerdo esa verdad.

A veces mi sonrisa suele ser normal,
pero muy en el fondo quisiera llorar.

Cuando estoy con la gente me siento normal,
pero me elevo y comienzo a pensar.

¿Por qué no te he podido olvidar?
¿Por qué de mi mente no te puedo arrancar?
¿Por qué cuando sueño siempre mi mente vas a ocupar?

Perdón si en mi vida pareciera olvidarte,
pero ni de mis sueños puedo sacarte.

Yo sé que en tus planes no estuvo marcharte
y de mi vida completamente alejarte.

Sé que estás en dónde debes estar,
aunque de mi te debas alejar.

En el futuro no estarás a mi lado,
más siempre vivirás en mis recuerdos pasados.

Mel

domingo, 15 de noviembre de 2009

La Noche

La noche me entrega su música, solo para que me ponga a pensar.

Pienso. Pero quiero existir.

Quiero saber a dónde me lleva el mundo.

Quiero saber qué es el mundo y para que estoy aquí.

Dicen que a la respuesta la tiene la vida.

Yo no lo creo. Para mí a la respuesta la tiene el vivir.

¿Quién soy yo? ¿Quién sos vos? ¿Quién es el otro? ¿Y el otro?

Cuando quiero acordar, el silencio me atormenta, y no me sale otra cosa que gritar.

Tengo un par de ojos opacos, transparentes, dispersos. Quisiera mirar a través de ellos, todos los contornos. Esa perfección.

Tengo dos manos dormidas. Ásperas, frías. Quiero tocar con ellas, la lluvia de un noviembre calcinado.

Quiero que el viento me envuelva. Sola, perdida, sin rumbo.

Quiero ahogar el pasado y ensordecerme de hoy.

Quiero que viva el poeta que no habla de amores, pero habla de amor.

Quiero que el tiempo no exista, porque quiero existir yo. Y quiero morir, pero sin tiempos, ni horas, ni nada.

La noche sigue su andar y se cuela en mi habitación vacía.

Quiero encontrar un destino, antes de que el destino me sorprenda a mis espaldas.



Por: Luna

martes, 10 de noviembre de 2009

Yo

Siempre pensé de chica que algo no estaba bien en mí. Siempre la palabra especial aparecía. Nunca supe muy bien por qué, pero era algo que me resultaba evidente
El laborioso proceso introspectivo lo está sacando todo a la luz, y cuenta. Cuesta horas, días, semanas, meses, y seguramente toda mi vida. Me tranquilizo, tengo tiempo, apenas pasaron algunos años…
Todas las tardes, recorro el camino que lleva hasta la parada. Comparto el breve trayecto con otras personas que salen también del laburo en el mismo momento, de hacer trámites, de pasear y vaya saber de que cosa.
Y a veces los imagino enfrascados en sus pensamientos: ¿Qué hago de cocinar esta noche? ¿Pedro ya no me quiere más? ¿Estará bien lo que hice? ¡Quiero que llegue el fin de semana!
Los rostros se iluminan con ráfagas de ilusión o de preocupación, de incertidumbre o alegría. Consecuencia de fugaces accesos a una memoria falible o a un futuro extrapolado del momento presente, sólo el presente.
Un chico con corbata roja se sienta delante de mí, me llama la atención, se pone unos auriculares y una música estridente desborda de sus oídos para molestar a los asientos próximos. Le doy al play en mi celular (al que pude disfrutar sólo una semana) y continúo escuchando la radio y sobre cómo el condicionamiento social confecciona nuestra experiencia de la realidad. Que es lo que esta bien y que es lo que esta mal. Porque una mujer no puede comportarse de una manera y un hombre si. Me indigno. Pero después pienso y reconsidero sólo algunas cuestiones
Definitivamente, soy especial. Y me gusta.

Por Frida Emma

viernes, 6 de noviembre de 2009

“La Fiesta del Poncho”

Era un día soleado a pesar que era invierno.
Sofía y Tamara son dos adolescentes de 17 años. Ellas van caminando por la avenida México, observan el paisaje adornado por unas inmensas montañas y pequeños árboles.
Esa avenida tiene como destino al Predio Ferial. Allí se realizara en estas vacaciones de invierno en la Provincia de Catamarca la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho.
En esta fiesta se muestran artesanías que representan a esa y a otras provincias y también a otros países.
Sofía y Tamara ingresan al Predio Ferial, ellas ven que hay una gran multitud de personas que concurren al evento.
Ambas comienzan a recorrer los stands de las diferentes artesanías e ingresan a uno de ellos.
Tamara le dice a Sofía:- Mira que lindo esta ese poncho para mi mamá.
Sofía le contesta: -A mi también me encanta, yo le compraría a mi abuela esas velas artesanales que tienen un aroma agradable.
Las jóvenes siguen recorriendo los stands, en las carpas de confituras, ellas disgustan nueces confitadas y gaznates.
Ellas observan en las demás carpas que hay artesanos que pertenecen a otros piases o provincias. Ellos exponen sus artesanías con esperanzas de poder vendérselas a la gente.
A Sofía y Tamara les agrada todo lo que ven y los sonidos que oyen de un músico que se encuentra en un puesto.
Las adolescentes deciden comprar algunas artesanías a sus familias.
Luego de varias horas, ellas se retiran del Predio.
Sofía y Tamara están convencidas de volver a la fiesta junto a sus familiares.
Ellas se sienten contentas y orgullosas de que Catamarca tenga una fiesta que represente su cultura.
Esta provincia se viste de gala cada vacaciones de invierno para recibir a turistas de otras provincias o países.
La fiesta Nacional e Internacional del Poncho espera brillar como una estrella para seguir mostrando sus artesanías y comidas típicas a personas que todavía no conocen esta cultura.



Marieliza

martes, 3 de noviembre de 2009

Mi querido amigo:

En esta vida tan injusta, pero a la vez tan bonita, debo saber lo afortunada que soy por haberte tenido a mi lado durante tanto. Hoy, que la suerte parece haberte dado la espalda, quiero que sepas que yo jmás te la daré; siempre voy a recordarte talcual eras.

Tu lucha y ganas de vivir siempre estarán en mi memoria. Tu valentía, tu sonrisa, tu coraje, todo lo qe representas en la vida de los que te queremos y estuvimos a tu lado presenciando como no te rendías, como la peleabas. Me enseñaste lo que es verdaderamente importante. Me enseñaste lo que es un verdadero héroe, un verdadero luchador.

Hoy, que estamos en tiempo de descuento, te recuerdo y revivo en el pasado lejano, tiñéndolo de cercano, porque aún te siento aqui conmigo, aún soy capaz de ver tu sonrisa de niño adulto dibujada en mi mente. Sé muy bien que estás en un lugar mejor, aunque de vez en cuando derramo una lágrima de vacío por tu ausencia. Sé que estás donde necesitas estar aunque no sea aqui conmigo.

A partir de hoy todo será diferente aunque a mí alrededor no lo noten. Sé que seguis aca de alguna manera porque mis ojos ya no sólo pueden ver, sino también mirar más alla del horizonte. Es por eso que voy a seguir adelante, sin mirar atras ni hacia los lados porque estoy segura que así lo hubieras querido y te enojarías si no lo hiciera.

Te doy las gracias por demostrarme que soy capaz de levantarme, de reponerme, incluso de mantenerme firme y terca cuando la obscuridad y la tristeza me asechan.

Tu sonrisa siempre estará grabada en mi mente y mi corazón.

Mel

lunes, 2 de noviembre de 2009

La radio informaba lo de siempre: suicidio, asesinato, muerte.

El se puso de pie agresivo. Ella levantaba la mesa del almuerzo. Discutieron un rato, criticándose con dureza. El se fue a la pieza. Afuera el calor agobiante derretía las calles aturdidas de bocinas.
El cerró la puerta del cuarto con violencia. Temblaron los adornos de cerámica y también los años de convivencia. Ella se enjuagó el detergente de las manos; se mordió el labio inferior. Sonó el teléfono con insistencia. No atendieron.
De fondo la radio informaba lo de siempre: suicidio, asesinato, muerte. En el ambiente flotaba el olor a fritura que el viento dispersaba por los cuartos. Afuera vértigo y personas apuradas. En el departamento silencio.
El insultó con voz grave. Ella lloraba sin lágrimas. Fue al modular, hurgó el cajón. Sacó una tijera recién afilada. La miró con malicia. El teléfono sonó otra vez. Lo desenchufó decidida.
En la habitación el hombre se quitó la remera. Dio vuelta el colchón. Extrajo un arma. Revisó que tuviera balas. Contó dos. Se la apoyó en la sien y de su boca se oyó ¡pum! El reloj marcó las 13. El se enfocó en las fotografías de la pared, las miró desanimado.
Ella se sentó en el sillón. Se rozó con el filo de la tijera el cuello. Se agarró la frente con ambas manos. La sombra de la cortina dibujaba una extraña figura. Silbaron afuera los pájaros asentados en la baranda del balcón.
El tragó forzoso, estaba transpirando. Ella lucía nerviosa, cerraba los ojos. En la ciudad los trenes colapsaban. El tiempo escaso, la obligación abundante, el deseo insatisfecho. El frunció el seño, le dolía el pecho. Ella se apoyó en el umbral del pasillo.
El abrió la puerta despacio. Asomó apenas medio cuerpo. Ella lo encontró pálido. El la desconoció. Se miraron turbiamente culpándose con el gesto incisivo, sagaz, se juzgaron. Ella respiró trabajosamente. El negó con la cabeza. Empuñó el revólver frío. Ella envolvió la tijera en su mano derecha.
Caminaron milimétricamente. Se sentenciaron sin hablarse. La heladera zumbó como siempre. En la oscuridad del pasillo se mezclaron los destinos. Él le apuntó con el arma. Ella le posó la navaja en la garganta. Suspiraron profundamente. Ella llevó su mano izquierda a la panza. El dejó caer la mano homónima para entibiar la de ella.
Él le preguntó si estaba segura. Le respondió que sí. El se quebró. Ella estaba paralizada. Se examinaron detenidamente. A ella le brillaban los ojos. A él lo asfixiaba la culpa. Se arrimaron al cuarto vació de color celeste. Entraron.
Un rayo de sol iluminó el pijamita turquesa. Los consumió el dolor. Se sostuvieron un largo tiempo. La radio tenía música ahora.
El bordeó con el dedo índice la cuna. Los análisis volaron de la mesa. Quedaron en el piso.
Se humedecieron sus rostros. Les tembló el pulso. La conciencia los atormentaba. Él le pidió perdón. Ella no le contestó.
Él dudó. Ella le marcó el camino. Le arrimó el arma contra su vientre. Él le disparó de cerca. Ella se desplomó. Quedó boca arriba. Él se tajeó el cuello. Gatilló a la cabeza de ella. Él sangraba a borbotones por la garganta. Se apuntó la sien. No quedaban balas.
Se arrastró ensangrentado. Ensució el parquet encerado. Se asomó al balcón. Abajo la avenida atascada. Escaló la baranda.
La gente se amontonó en la vereda. La policía encintó la escena. Alguien dijo cobarde. Deja su mujer sola. Alguno dijo pobre, ella no lo quería.
La radio informaba lo de siempre: suicidio, asesinato, muerte.

J. S.